Bodega Cerro del Toro se ubica en un entorno natural de sierras y mar, ubicado en el sureste de Uruguay, sobre la costa del océano Atlántico. Clima, suelo, topografía, vegetación nativa y paisaje, son los actores principales de un lugar único.
El departamento de Maldonado ha tenido un crecimiento frenético en la segunda década del nuevo milenio, con la llegada de inversiones locales y extranjeras. Ese desarrollo coloca a la zona en la única que ha crecido en superficie de viñedo en los últimos años en el país, generando atención nacional e internacional.
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UN
VIÑEDO
CON BALCÓN
AL ATLÁNTICO.
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El viñedo se comenzó a plantar en la primavera de 2016, con material nacional e importado.
Dos tercios está ocupado por variedades tintas y el resto por blancas. La mitad de la superficie está compuesta por tannat (la cepa principal), merlot y albariño. Esta última es la variedad blanca emblema en Bodega Cerro del Toro, donde se busca dar condiciones para expresar todo su potencial. El resto de las tintas son pinot noir, cabernet franc, syrah, petit verdot, gamaret y lacrima christi. Completan las blancas chardonnay, viognier y pinot grigio.
Contamos en total con 28 hectáreas de viña, en la propiedad que alcanza las 800 hectáreas de campo.
El clima de Uruguay está definido por su latitud y su situación geográfica en el continente con relación al océano Atlántico, por el relieve de su territorio y por la circulación atmosférica regional. Su proximidad al mar contribuye a atenuar los cambios térmicos y aporta humedad atmosférica. Aunque la influencia oceánica se hace sentir en todo el territorio, su efecto es más intenso en el litoral del Río de la Plata y Océano Atlántico debido a la vecindad inmediata de extensas masas de agua. El viñedo de Bodega Cerro del Toro se ubica a una distancia promedio de 2 kilómetros en línea recta a las playas de Piriápolis.
Las temperaturas más bajas se encuentran al sur del país, sobre el Río de la Plata y el Océano Atlántico y las más elevadas en el norte. La diferencia térmica en el territorio se ve más acentuada en el verano debido a la influencia marina, en particular sobre el sector de la costa atlántica, y se manifiesta en la atenuación de las temperaturas extremas, especialmente las máximas.
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CLIMA
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Al mismo tiempo se registran menos horas de sol durante el año, en comparación a la zona norte del país.
En cuanto al régimen de lluvias, los datos oficiales de todo el país muestran que en la zona atlántica donde se encuentra el viñedo de Bodega Cerro del Toro, el promedio anual es de 1.000 milímetros repartido de forma homogénea en el año, mientras que hay zonas del país con casi 1.200 milímetros.
El microclima del viñedo tiene, además, la particularidad que da la falda del Cerro del Toro, con pendientes que exponen a las plantas a vientos de mar, en tanto que el suelo pedregoso drena el exceso de agua.
Toda esta condición nos entrega un ambiente atlántico, donde las brisas de todo el año contribuyen a sanear la planta y la fruta, y el suelo pedregoso y bien drenado a escurrir el agua de lluvia excesiva.
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GEOLOGÍA
& SUELOS
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El suelo en el viñedo de Bodega Cerro del Toro está determinado por la geología del lugar, con rocas sieníticas y metamórficas, en un estado de descomposición amplia, lo cual permite a la viña acceder a los minerales. La zona forma parte de una cadena de antiguos volcanes, hoy inactivos, que era parte del mega continente llamado Gondwana, el cual agrupaba hace millones de años lo que hoy conocemos como América del Sur, África, Asia y Oceanía. Luego del desprendimiento y la formación de América, la placa tectónica sobre la cual Uruguay está ubicado se estabilizó, y la cadena de volcanes se fue erosionando fuertemente a partir de la variabilidad climática del planeta, a lo largo de centenas de millones de años. En consecuencia, lo que tenemos hoy son los cerros que conforman la Sierra de Ánimas, junto al resto de elevaciones más costeras de su mismo origen, como por ejemplo el Pan de Azúcar y el Cerro del Toro.
En el suelo de nuestro viñedo existe una gran variabilidad y riqueza de rocas, desde granitos hasta cuarzos y rocas calcáreas. Ese material, depositado por los coluviones del cerro, se agrupa con sedimentos depositados a lo largo del tiempo y formaron una textura franco arcillosa en algunos sectores, y limo arenosa en otros. Además, producto de que el lugar fue en su momento un lecho marino hasta que la falla geológica hizo retirar al mar, se encuentra a mediana profundidad una importante concentración de carbonato de calcio, el cual se deposita en el suelo por descomposición de fósiles de criaturas marinas.
En general, contamos con suelos moderadamente ácidos, de bajo contenido en materia orgánica y muy buen drenaje. Eso obliga la planta a extender en profundidad rápidamente su sistema radicular, en busca de nutrientes suficientes. Se genera así un estrés moderado que provoca luego un equilibrio de calidad en la producción de la fruta.
Esa homogeneidad en la composición de suelo, sumado a las distintas alturas sobre el nivel del mar (de 50 a 120 metros) y las pendientes de hasta 12%, permitió al equipo de Cerro del Toro elegir distintos puntos en el terreno para plantar las variedades especialmente seleccionadas. Por otra parte, esa realidad generó el desafío de explorar en profundidad el suelo, para lo cual se realizaron más de 70 calicatas (hoyos) que nos permitieron observar su composición antes de tomar decisiones.
Finalmente destacamos la vegetación natural del entorno. Nuestro trabajo de implantación y luego gestión del viñedo en producción, se realiza respetando las especies nativas. Ese bosque y arbustos serranos entregan al paisaje belleza y diversidad.
Las vides conviven con chilcas, romerillos, carquejas y muchas especies más. También conservamos con mucha dedicación el monte nativo de Canelones y Coronillas (incluso dentro de parcelas del viñedo), donde habita la fauna propia de este entorno serrano.