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Vendimia 2025: adaptarnos a la fuerza

Las condiciones del tiempo nos siguen desafiando como productores, mientras Uruguay afianza su estilo de vinos atlánticos


por Martín Viggiano



La temporada 2024-2025 volvió a desafiarnos como viticultores. Dicho así no parece nada novedoso porque las condiciones del cultivo en Uruguay son muy complejas desde siempre. Sin embargo, en esta vendimia volvimos a enfrentar situaciones extremas que nos ponen a prueba. En este reporte vamos a repasar en titulares cómo fue la zafra, marcada entre otras cosas por un febrero muy cálido, de hecho el más caliente de los últimos 45 años, nada menos.


Para Bodega Cerro del Toro fue la vendimia número 8. Sentimos la madurez del viñedo y de nuestro equipo en la búsqueda de interpretar el lugar. Pudimos cosechar la uva en un muy buen estado sanitario y con características destacadas, las cuales están dando lugar a vinos de alta calidad para nuestro parámetros. En este tiempo hemos crecido en superficie de Albariño, la variedad emblema del proyecto y con la cual intentamos transmitir todo el carácter costero de nuestra tierra. Eso sin dejar de lado las otras variedades con las cuales también nos identificamos como productores. Pero el éxito local e internacional de esta blanca gallega adoptada por Uruguay nos motiva a seguir experimentando para descubrir nuevos límites de expresión y calidad; en eso estamos.


¿QUÉ TE PASÓ FEBRERO?


El invierno de 2024 tuvo vaivenes, con un mayo frío y el resto de los meses de la estación dentro o un poco por debajo de lo normal en temperatura. Eso en la cuenta final, de todas formas, dio lugar a una cantidad de horas de frío algo por encima de la media. Para la viña el frío es necesario durante el período de dormancia, antes de iniciar un nuevo ciclo, así que en este caso fue un invierno correcto.


A continuación, la primavera se presentó con lluvias normales y oportunas, bastante bien repartidas para lo que necesita la viña en un período clave de desarrollo, evitando restricciones hídricas de importancia. El detalle fue que registramos entre 1 y 1,5 grados más de temperatura promedio durante esa estación, lo cual marcó el ciclo con un adelantamiento moderado de brotaciones. Pero ya entrado el verano vimos un marcado cambio en el tiempo con noches bastante frías para la época, algo que se extendió aproximadamente hasta mediados de enero. En ese momento todo pintaba para un verano más bien fresco: los veraneantes en la playa sufrían una baja en la sensación térmica debido a las brisas del mar, las mismas que llegan a nuestras viñas al pie del Atlántico. Hasta que llegó febrero.


El segundo mes del año fue muy atípico en temperaturas. Así lo reflejó el Instituto Uruguay de Meteorología (Inumet) en su boletín trimestral del verano: “la temperatura media mostró una fuerte variabilidad con un mes de diciembre anómalamente frío y un febrero que tuvo un comportamiento excepcional, ubicándose en el 1er. lugar de los más cálidos de los últimos 45 años”.



Los mapas del Inumet son elocuentes en cuanto al cambio de temperatura entre los meses de verano que, como fue dicho, tuvo un diciembre y comienzo de enero bastante frío con anomalías de temperaturas de hasta 3,5 grados por debajo de la media, y con un febrero totalmente anormal con elevados registros de temperatura.


En cuanto a precipitaciones, si bien la cuenta final nos habla de una temporada con menos milímetros de lluvia que la media histórica, la concentración de días con precipitaciones en febrero también nos obligó a tomar decisiones y estar muy atentos a la cosecha. Durante el segundo mes del año se acumulan la mayoría de las variedades a ser vendimiadas. Si bien las de ciclo corto y maduración temprana como Pinot Noir, Chardonnay y la mayoría de Albariño ya estaban cortadas al momento de la ocurrencia importante de lluvias, nos quedó un trecho largo para recorrer mientras levantábamos la mirada para ver el cielo antes de salir a cosechar.

 

Por lo tanto, febrero de 2025 llegó a desacomodar las condiciones del año tal y como se venían presentando desde el inicio de la primavera. Porque además de ser el más caliente de la temporada, también fue donde acumulamos más lluvias, medido tanto en días como en cantidad de precipitaciones.




CONCLUSIONES


La vid atraviesa en su vida una sucesión de ciclos anuales. En cada uno, el cultivo es conducido por el hombre y está fuertemente condicionado por suelo y clima. De esas tres variables principales, la que marca de forma más determinante cada temporada es el tiempo. Es por ello que estamos atentos a la lluvia, el sol y la temperatura. Lo otro cambia poco.


La vendimia 2025 fue de contrastes y es por ello que resulta difícil de encasillar. De todas maneras, ahora que los vinos entran en etapa de maduración en bodega, podríamos decir que el resultado es muy bueno y tendremos blancos y tintos de gran calidad. En términos generales hay graduaciones alcohólicas normales o un poco por encima de lo normal, aunque siempre dentro de los parámetros uruguayos. Y por su parte los tintos según la variedad con grandes expresiones y promesas de larga vida.


Para no quedar sólo en valoraciones generales y a modo personal, quedé muy sorprendido con Merlot, una variedad tinta de gran arraigo en Uruguay que sin embargo no tiene tanta prensa y que en esta zafra pudo brillar. Y aunque parezca reiterativo, albariño nos vuelve a mostrar la capacidad de adaptación a nuestro país dando, un año más, vinos que destacan.


Como siempre sucede, el paso del tiempo hará su juego hasta que cada uno pueda evaluar en la copa el fruto de nuestro trabajo.



 

 
 
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